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La Psicoterapia

En ocasiones, los seres humanos nos encontramos en situaciones que generan sufrimiento, y es la intensidad y repetición de tal dolor la que nos hace replantearnos si podemos seguir adelante solos, sin ayuda de un especialista. Es en este punto donde el trabajo psicoterapéutico se convierte en una herramienta para resolver aquellos problemas que, por su gravedad o intensidad, no nos permiten avanzar o llevar nuestro día a día de manera satisfactoria.

La psicoterapia nos ayuda a entendernos de una manera respetuosa y sin prejuicios y facilita un espacio seguro donde poder ser comprendido y aceptado. A través del proceso psicoterapéutico somos capaces de identificar aquellos patrones de pensamiento y/o de conducta, que suponen un conflicto en nuestra vida, de manera que podamos afrontarlos de una forma sana. La terapia implica un gran esfuerzo por parte de la persona que acude a consulta, es a su vez un proceso doloroso pero también liberador, pues nos ayuda a identificar las limitaciones que no nos dejan acceder a una mayor autonomía personal. Además evitar afrontar la situación problemática puede, en muchas ocasiones, incrementar el problema.

 

La psicoterapia se concibe como un trabajo entre dos expertos, donde el psicoterapeuta es experto en los procesos de cambio psicológico y el cliente es experto en sí mismo, pues es el único que está en contacto con sus emociones, pensamientos y experiencias vitales y por consiguiente es el único que puede vivir y actuar sobre ello. Es por ese motivo que el cliente tiene un papel proactivo en su proceso psicoterapéutico. El éxito de la terapia dependerá pues del compromiso, constancia y confianza mutua entre ambas partes.

El objetivo en el trabajo psicoterapéutico es contribuir al bienestar de la persona que acude a consulta mediante intervenciones que fortalezcan y potencien las capacidades personales que la persona necesita para desenvolverse en las situaciones conflictivas a las que se expone. Pero no se centra únicamente en la eliminación del síntoma o problema que trae a la persona a consulta, sino también en convertirlo en una experiencia que sirva para enriquecer y aprender de ella de manera que permita acceder a una mayor autonomía personal.

Hay muchos modelos, escuelas y enfoques en Psicoterapia. Personalmente en consulta adopto una visión integradora de la psicoterapia, haciendo uso principalmente de las herramientas que me ofrecen dos grandes enfoques: El Constructivismo y El Modelo Sistémico.

El Constructivismo

 

La perspectiva constructivista parte de la base de que las personas construimos una interpretación propia a través de la cual damos significado al mundo que nos rodea, a nuestras experiencias, a las personas con las que interaccionamos y por supuesto a nosotros mismos.

La persona es considerada como constructora activa de su realidad, lo que significa que todo ser humano percibe la realidad de manera personal y única en base a su experiencia. Es decir, existen múltiples realidades, y, en las sesiones de perspectiva constructivista se presta especial atención a la manera de entender el mundo de la persona que está siendo atendida.

En la terapia de enfoque constructivista el objetivo de ésta no consiste en cambiar al cliente, sino en ayudarle a explorar formas alternativas de dar sentido a su experiencia y para ello es especialmente importante adoptar una relación colaborativa con el cliente en un entorno de apoyo y aceptación.

El trabajo terapéutico de base constructivista comporta dar un significado nuevo a las experiencias, pasadas y presentes, de manera que la adquisición de un nuevo enfoque ayude a la persona a sintonizar con nuevas interpretaciones y maneras de ver y entender su realidad, que le ayuden a poder tomar el camino hacia los cambios que desea realizar.

El Modelo Sistémico

El modelo sistémico dirige su atención hacia los sistemas humanos, el más representativo de este tipo de sistemas es la familia. Esto es lo que lo diferencia de otras perspectivas psicológicas que enfocan su estudio únicamente en el individuo. Todo ser humano se considera una unidad, un todo en interacción con otras unidades. Sabe que influye sobre la conducta de otros individuos, y que éstos influyen sobre la suya.

Una terapia de orientación sistémica es adecuada para abordar conflictos en relaciones familiares y de pareja pero también cualquier malestar psicológico individual que afecta al resto de la familia generando preocupación o implicación entre sus integrantes.

Desde la sistémica se comprende el síntoma o problema como algo propio del sistema y no una expresión del individuo. Esto es así porque se entiende que las interacciones de los componentes de la familia influencian y son influenciadas constantemente por lo que hacen, sienten y expresan los demás. Se entiende la familia no como una entidad estática, sino como un sistema que se encuentra en proceso de cambio continuo. Por ejemplo; Cuando fallece un miembro de una familia, influye sobre la posición y relación entre el resto de componentes de esa familia.

La perspectiva sistémica no pone tanto el foco de atención en la comprensión del problema como en la comprensión del porqué se mantiene un problema o síntoma.

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